El tecnoestrés es ya un problema para las empresas. La globalización, los avances tecnológicos y la revolución de Internet han llevado a un aumento vertiginoso de la digitalización que ha creado nuevos paradigmas sociales y culturales. En estas circunstancias, la generación actual de consumidores/as digitales debe enfrentarse a una realidad multifacética. La inmersión en un mundo gobernado por las nuevas tecnologías tiene muchos beneficios pero, del mismo modo, presenta nuevos problemas derivados del mal uso de la tecnología digital. A día de hoy, este tema ha sido abordado desde diversas disciplinas bajo un denominador común: el estrés.
Tecnoestrés: el estrés tecnológico constante
El tecnoestrés es el estrés derivado de la necesidad de estar conectados/as en todo momento.
El psiquiatra estadounidense Craig Broad fue el primero en utilizar este término en 1984 en su libro Technostress: The Human Cost of the Computer Revolution. En esta obra, Broad lo define como «una enfermedad de adaptación causada por la falta de habilidad para tratar con las nuevas tecnologías del ordenador de manera saludable». Hace referencia, por tanto, a los efectos psicosociales negativos de una mala adaptación a las nuevas herramientas tecnológicas y las TIC (Tecnologías de la información y la comunicación).
Sin embargo, más adelante Marisa Salanova lo define de una manera algo más precisa. Salanova, profesora de psicología en la Universidad Jaume I de Castellón, definió el tecnoestrés de la siguiente manera:
El tecnoestrés es un estado psicológico negativo que se relaciona con la utilización de las tecnologías de la información y la comunicación o con la amenaza de su uso en un futuro. Ese estado viene condicionado por la percepción de un desajuste entre las demandas y los recursos relacionados con el uso de las TIC que provoca un alto nivel de activación psicofisiológica, malestar y el desarrollo de actitudes negativas hacia las TIC.
Marisa Salanova. Trabajando con tecnologías y afrontando el tecnoestrés: el rol de las creencias de eficacia. Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 19, 225-247. 2003.
Causas del tecnoestrés
Imposibilidad de desconectar
El teléfono se ha convertido, para muchos, en una prolongación de nuestro cuerpo. Así, estamos siempre recibiendo estímulos en forma de llamadas, mensajes, correos electrónicos, notificaciones… Responder correos y llamadas fuera del horario laboral ha sido, durante mucho tiempo, la norma en lugar de la excepción.
Inmediatez
Con el uso cada vez más extendido de las redes sociales y las redes de mensajería instantánea, nos hemos acostumbrado a recibir respuestas inmediatas. Pasar todo el día pegados/as al teléfono, generando contenidos en redes y recibiendo feedback constante, respondiendo mensajes y comentarios, comprobando cómo nuestro mensaje ha sido leído y no contestado inmediatamente, puede generar adicción y, a la vez, ansiedad. La exigencia y control de las nuevas tecnologías deriva en un estado de estrés continuo al que ya nos hemos acostumbrado.
Falta de experiencia
Los jóvenes son los más afectados por ese tipo de adicción. Sobre todo, aquellos que no han tenido experiencia con otro tipo de comunicación. Para la juventud, el uso de la telefonía móvil e Internet para comunicarse con sus amigos, la comunicación a través de los videojuegos o la comunicación a través de redes sociales, entre otros aspectos, constituyen su forma de entablar relaciones.
Tipos de tecnoestrés
Según el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el trabajo de España, existen distintos tipos de tecnoestrés:
Tecnoansiedad
Se caracteriza por unos niveles altos de activación fisiológica que producen malestar. La persona se encuentra en tensión y tiene una sensación desagradable con respecto a las nuevas tecnologías. Es el tipo de tecnoestrés más habitual y puede ser leve. No obstante, si se agrava puede derivar en tecnofobia. En ese caso, la persona desarrolla sentimientos de ira o miedo irracional a las nuevas tecnologías.
Tecnofatiga
Los síntomas son similares a los del síndrome de burnout: fatiga, cansancio mental, sentimientos negativos, agotamiento cognitivo… Todo derivado del uso continuado de las nuevas tecnologías.
Tecnoadicción
Deseo incontrolable de estar conectados/as a todas horas. Este comportamiento causa malestar y un deterioro en la vida de las personas porque no son capaces de vivir su vida fuera de Internet o los entornos digitales. Se relaciona con el término FOMO (fear of missing out): miedo de perderse algo. La estimulación constante que produce la tecnología o el hecho de ver Internet y las redes como una fuente de información constante hace que muchas personas crean que, en caso de desconectarse, se verán alejadas del resto.
El problema para las empresas
Actualmente, pasamos la mayor parte de nuestro día conectados/as. Siempre tenemos algún dispositivo cerca. Estamos horas con el ordenador del trabajo, echamos un vistazo al móvil cada pocos minutos, llegamos a casa y encendemos la televisión mientras revisamos la tablet… Al final del día, esta conexión continua con los dispositivos tecnológicos va pasando factura sin que nos demos cuenta. Y al día siguiente repetimos.
Precisamente por esta falta de desconexión, los/as trabajadores/as llegan a la empresa mentalmente agotados/as, se distraen, les cuesta concentrarse o sienten que les falla la memoria. Este agotamiento y la fatiga mental se van notando aún más a lo largo del día.
A continuación, te dejamos algunas manifestaciones del tecnoestrés que podemos ver tanto en nuestra vida diaria como en nuestra vida laboral:
- Dispersión de la atención por estar manejando varios dispositivos tecnológicos a la vez.
- Falta de concentración.
- Empobrecimiento del lenguaje.
- Uso de la tecnología para evitar el mantenimiento de relaciones personales.
Medidas de prevención para combatirlo
Para minimizar el riesgo de sufrir tecnoestrés, podemos tomar una serie de medidas preventivas tanto en casa como al llegar al trabajo:
Descansos regulares
Si estás trabajando y te das cuenta de que llevas muchas horas sentado/a al ordenador sin parar, de que no dejas de mirar el móvil, te distraes fácilmente… conviene realizar pausas y desconectar unos minutos. No pases el rato con el móvil en los descansos para comer. Aprovecha para dar un paseo, hablar con los/as compañeros/as o descansar la mente.
Dejar el trabajo en la oficina
Cuando salgas de la oficina, desconecta. Hay que evitar estar pendiente del móvil o del ordenador fuera del horario laboral y disfrutar del tiempo libre sin pensar en lo que nos queda pendiente.
Apagar el teléfono del trabajo
Al terminar la jornada laboral, conviene apagar el teléfono del trabajo, a menos que se esté de guardia. Con esto se conseguirá separar la vida laboral de la personal, y así poder desconectar y empezar con más energía al día siguiente.
Formación
Con la aceleración de la digitalización y el teletrabajo debida a la pandemia, muchas empresas han tenido un periodo corto de adaptación a las nuevas tecnologías. Formar a tus trabajadores/as con cursos relacionados con la salud laboral y las nuevas tecnologías los/as ayudará a sentirse más preparados/as.
Técnicas de autocontrol
Por otro lado, técnicas como la relajación o la meditación pueden ayudar a desestresarse en momentos en los que sintamos que nos pueden el estrés o la fatiga mental.
Vida saludable
Aunque ya suene repetitivo y evidente, llevar una vida saludable nos ayuda a minimizar los síntomas de cansancio y estrés. Una buena alimentación y una buena rutina de sueño nos mantendrá con energía a lo largo del día. Además, hacer deporte y actividades en nuestro tiempo libre nos facilita desconectar de los dispositivos electrónicos.
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