A medida que la tecnología y las necesidades globales cambian, surgen nuevas profesiones que antes no existían. Estas profesiones presentan retos inéditos para la prevención de riesgos laborales (PRL), lo que exige formaciones específicas y adaptadas. Un ejemplo destacado de este fenómeno es la insecticultura, también conocida como la cría de insectos. Este sector emergente no solo ofrece soluciones innovadoras y sostenibles para la alimentación, sino que también plantea nuevos desafíos en términos de seguridad y salud laboral.
Granjas de insectos: un sector en expansión
El sector de la insecticultura tiene el potencial de desempeñar un papel clave en la alimentación del futuro. La creciente presión sobre los recursos disponibles y el rápido aumento de la población mundial hacen que las alternativas sostenibles en la alimentación sean cada vez más necesarias. En este contexto, los insectos ofrecen una opción clave para reducir la huella de carbono en la industria alimentaria: son ricos en proteínas, requieren menos agua y tierra que el ganado tradicional, y emiten muchos menos gases de efecto invernadero.
En España, aunque aún no se permite la transformación de insectos para el consumo humano, hay 29 empresas registradas en el Registro de Explotaciones Ganaderas (REGA) dedicadas a la cría de insectos, principalmente para la alimentación animal. Estos insectos pueden alimentarse de residuos biológicos, como restos alimenticios, abono o estiércol, transformando estos materiales en proteínas de alta calidad. Por ejemplo, los grillos pueden convertir 2 kilogramos de alimento en 1 kilogramo de masa corporal, mientras que el ganado tradicional requiere hasta 8 kilogramos para producir la misma cantidad de carne.
Desde que la Unión Europea reconoció a los insectos como “nuevo alimento” en 2018, el mercado ha comenzado a abrirse. Es probable que pronto veamos más avances en la regulación para el consumo humano. Un ejemplo de esto es la tienda Insectum en el mercado de Ruzafa (Valencia), que ya comercializa aperitivos a base de polvo de grillo, lo que demuestra cómo esta industria va ganando terreno en la vida cotidiana especialmente de quienes buscan alimentos ricos en proteínas y micronutrientes de alta calidad.
Prevención de riesgos laborales en la insecticultura
Comprender las particularidades de los nuevos entornos laborales es clave para diseñar programas que eviten accidentes y fomenten una cultura de seguridad integral. Cada puesto de trabajo, ya sea en una granja de insectos o en una fábrica más tradicional, enfrenta desafíos únicos que merecen soluciones adaptadas.
Entre los rasgos distintivos que en las granjas de insectos requieren atención en términos de seguridad se incluyen la exposición a alérgenos, condiciones ambientales particulares, el manejo de maquinaria especializada y procesos de transporte y almacenamiento únicos.
Una estrategia clave en la PRL es el desarrollo de protocolos de seguridad adaptados a las características únicas de las granjas de insectos. Esto puede incluir la identificación de riesgos específicos en cada fase del proceso, desde la cría hasta el procesamiento, así como el establecimiento de procedimientos claros para el manejo seguro de insectos y el uso de equipos de protección personal (EPI) para minimizar la exposición a riesgos y creando un ambiente laboral más seguro.
Formaciones en PRL adaptadas a las características únicas de cada entorno
La implementación de medidas de seguridad efectivas comienza con una formación adecuada. Es fundamental formar a los profesionales del sector para asegurar que puedan desempeñar su labor de manera segura.
La capacidad de crear formaciones escalables y adaptativas cobra especial importancia aquí. Las formaciones en PRL deben alinearse con los riesgos específicos de cada entorno, ofreciendo respuestas concretas a las necesidades de las empresas y sus empleados. Igualmente, la formación debe ser continua y flexible, permitiendo que las personas trabajadoras se mantengan al día sobre las mejores prácticas y nuevos riesgos que puedan surgir a medida que el sector evoluciona.
La especialización ya no es una opción, sino una necesidad para enfrentar los retos de un mundo laboral en transformación. El futuro de la PRL se encuentra en la capacidad de adaptación, entendiendo que cada nueva profesión demanda soluciones formativas específicas alineadas con sus propios riesgos y desafíos. Esta adaptabilidad permitirá que industrias emergentes, como la insecticultura y otras que puedan surgir, sigan creciendo de manera segura y sostenible.
En Digital Preventor estamos listos para ayudar a las nuevas industrias en este proceso de adaptación, mediante la creación de materiales formativos completamente adaptados a las características únicas de cada entorno laboral.