Según la Estrategia Española de Seguridad y Salud Laboral 2023-2027, un porcentaje muy elevado de los accidentes y enfermedades profesionales se producen por riesgos de seguridad conocidos que pueden prevenirse. Entonces, ¿Qué es lo que pasa?, ¿por qué no se previenen?
Entendemos que hay muchísimos factores. Uno que requiere especial atención, además de incrementar la vigilancia y control, es la falta de conocimiento o la percepción errónea que todavía existe de la PRL. La cultura, todavía pobre, de prevención. En este sentido, el camino por recorrer es largo, y no nos referimos solo a la prevención de siniestralidad, sino también a la prevención de enfermedades relacionadas con el trabajo, cuyo desconocimiento es aún mayor.
En este artículo ponemos el foco en la imprudencia, que a veces se da entre los trabajadores, con el objetivo de indagar en sus causas. Es importante entender los factores que originan conductas imprudentes para, a partir de ahí, tratar de modificar ciertas creencias erróneas o situaciones que se dan en el entorno laboral. Repasamos el concepto de “percepción del riesgo” para adquirir una mayor comprensión de la imprudencia, lo que nos va a facilitar su identificación y la promoción de una cultura preventiva encaminada a cambiar la percepción del riesgo y la prevención en el entorno laboral.
Comprendiendo la imprudencia laboral. La percepción del riesgo
A pesar de los esfuerzos para implementar medidas preventivas, se da el fenómeno de la imprudencia laboral, que pone en riesgo la salud y el bienestar de los trabajadores y de las empresas. La imprudencia plantea numerosos interrogantes sobre el nivel de responsabilidad, la percepción del riesgo y la necesidad de un cambio de mentalidad con respecto a la PRL. Un giro que promueva la participación de todas las partes implicadas y la colaboración entre ellas. Hoy hablaremos de las causas de la imprudencia laboral y de cómo podemos corregirla.
Los estudios de la percepción del riesgo
Los estudios de la percepción del riesgo ponen de relieve la importancia de la consideración del riesgo como un elemento subjetivo, en el que se conjugan el peligro real, pero también la percepción y valoración que el trabajador hace de una situación peligrosa o perjudicial para la salud.
Esta percepción subjetiva tiene en cuenta tanto el grado de conocimiento o desconocimiento del peligro, como el grado de control que el trabajador ejerce sobre él. Teniendo en cuenta esto, los programas de prevención han de considerar (a la hora de formar, capacitar, informar e implicar a los trabajadores) que cada persona tomará sus propias decisiones, no solo partiendo de su grado de conocimiento, sino condicionado por otros factores. Las propias creencias y deseos, que a su vez están condicionados por el propio contexto y/o la situación laboral y las circunstancias ambientales, son aspectos que pueden llevar a descuidar la seguridad en el trabajo.
Causas de la imprudencia laboral
Por lo tanto, partimos de la base de que la imprudencia laboral tiene sus raíces en diversas causas, que van más allá de la falta de conocimiento y que, en aquellos entornos laborales en los que la seguridad se subestima, pueden tener su origen en la cultura organizacional. Vamos a verlas:
Falta de capacitación o conocimiento
La falta de formación adecuada puede contribuir a la imprudencia, ya que los empleados pueden no conocer los procedimientos de seguridad o subestimar la importancia de seguirlos. Debemos asegurarnos de que los trabajadores conocen los riesgos y comprenden sus consecuencias y la importancia de tomar las medidas preventivas y de seguridad adecuadas.
Falta de concienciación
Si los trabajadores no son conscientes de los riesgos asociados con sus tareas diarias tendrán una actitud relajada ante los mismos. Cabe mencionar en este punto el aspecto de la participación e implicación del trabajador. Si los trabajadores no están lo suficientemente sensibilizados en materia de PRL (y formados, como indicamos en el punto anterior), difícilmente van a involucrarse o adoptar un papel activo en la prevención de riesgos, mediante iniciativas, como por ejemplo, hacer consultas sobre prevención o trasladar información referente a la detección de riesgos en su puesto de trabajo.
Presión por la productividad
En algunos casos, los trabajadores pueden sentir una presión constante para aumentar la productividad, cumplir con los plazos o terminar lo antes posible un proyecto. Esta presión puede llevar a la toma de atajos y a dejar en un segundo plano los procedimientos de seguridad.
Esto puede ser habitual a la hora de correr riesgos de carácter ergonómico y psicosocial, que quizás no pensamos que nos vayan a generar problemas de salud, y que sin embargo pueden desembocar a la larga en enfermedades graves. Por ejemplo, ciertas posturas o movimientos repetitivos, o exposición excesiva a dispositivos, etcétera.
Fatiga y estrés
Directamente relacionado con la anterior, la fatiga y el estrés, a su vez, pueden nublar el juicio y reducir la capacidad de los trabajadores para tomar decisiones prudentes. Las largas horas de trabajo, la falta de descanso adecuado y las demandas excesivas pueden contribuir a la imprudencia. Aquí también podríamos incluir la desmotivación, que puede llevar al trabajador a eludir cualquier tipo de participación y compromiso.
Exceso de confianza
Por paradójico que parezca, en entornos donde no ha habido incidentes durante mucho tiempo, los trabajadores pueden volverse complacientes y creer que no es necesario seguir estrictamente las medidas de seguridad.
También puede darse este exceso de confianza debido a la asunción de un dominio de la situación, como en la repetición constante de tareas, donde los trabajadores asumen que están familiarizados con la actividad y descuidan precauciones que, sin embargo, sigue siendo necesario tomar.
Factores ambientales y de comodidad
Existen otros factores de tipo ambiental, como por ejemplo, la temperatura, que pueden llevar al trabajador a descuidar aspectos importantes de la seguridad. Trabajar en condiciones de calor extremo puede resultar en la renuncia del uso de equipo de protección individual, o parte de él.
Buscar comodidad también puede ser causa no utilizar (o hacerlo inadecuadamente) el equipo de protección individual. La incomodidad puede, por ejemplo, causar el rechazo del uso del casco, los guantes, o protectores de oídos. También, buscando la comodidad, descuidamos o subestimamos medidas de seguridad como la adopción de una postura correcta a la hora de sentarnos, o guardar la distancia adecuada con la pantalla, entre otras.
Abordando la imprudencia en la gestión integral de la PRL
La implicación efectiva del trabajador es necesaria para el éxito de cualquier plan de prevención, pero lo ideal es que la seguridad en el trabajo no sea impuesta, sino interiorizada por cada empleado. De ahí la necesidad de una cultura preventiva sólida capaz de lograr la motivación y el compromiso de los trabajadores. Veamos algunas medidas para abordar la imprudencia y promover un entorno de trabajo más seguro:
Formación y concienciación
Concienciar sobre la seguridad en el trabajo y proporcionar formación exhaustiva a los trabajadores sobre los riesgos laborales y sobre los procedimientos de seguridad.
La comunicación ha de ser efectiva y empática, adaptada a los receptores, para asegurarnos de que todos ellos comprenden la importancia de la prevención, los peligros existentes y las medidas que han de tomar.
La formación en prevención de riesgos laborales ha de ser de calidad y adecuada a cada puesto de trabajo. Además debe ser un proceso continuo, en el que los contenidos sean actualizados regularmente y estén en consonancia con la realidad de la actividad profesional.
Evaluación de riesgos
Realizar evaluaciones regulares de riesgos en el lugar de trabajo para identificar áreas de mejora y tomar medidas preventivas antes de que ocurran accidentes. Dependiendo de las características de la actividad y el entorno, se puede implicar al trabajador en el seguimiento, y solicitarle información sobre los posibles riesgos, siempre y cuando se le proporcionen las instrucciones adecuadas.
Promoción de una cultura de seguridad
Fomentar una cultura de seguridad en la que los empleados se perciban a sí mismos como parte integrante de la gestión de la prevención y se sientan alentados a participar y a informar sobre incidentes o posibles situaciones inseguras que ellos puedan detectar sin temor a represalias.
Gestión de la fatiga y del estrés
Implementar políticas y formaciones que aborden la fatiga y el estrés como factores de riesgo y que enseñen al trabajador a gestionar el tiempo, la organización de horarios de trabajo y a encontrar un equilibrio saludable entre vida laboral y personal. También es recomendable contemplar la posibilidad de evaluar y ajustar plazos de trabajo cuando sea necesario para evitar presión excesiva, de manera que los trabajadores puedan realizar sus tareas de manera eficiente en condiciones de seguridad.
Adaptación a condiciones ambientales y equipos ergonómicos
Proporcionar equipos de protección personal adecuados para condiciones climáticas extremas y fomentar su uso mediante diseños más cómodos y adaptados.
Invertir en equipos ergonómicos y cómodos para reducir la resistencia de los trabajadores a usarlos garantiza la eficiencia además de un entorno laboral seguro y saludable.
Supervisión y seguimiento
Realizar un seguimiento constante de la adherencia a los procedimientos de seguridad y aplicar medidas disciplinarias en caso de que la imprudencia sea repetida o intencionada.
La necesidad de un cambio cultural
A menudo, la prevención se percibe como una barrera para la eficiencia laboral. Algunos trabajadores pueden ver las medidas de seguridad como obstáculos molestos en lugar de salvavidas. Debemos involucrar a los trabajadores en la identificación y resolución de problemas de seguridad, haciéndoles sentir parte del proceso. Se trata de conseguir que cada persona adopte a nivel individual una actitud que fomente la seguridad en el lugar de trabajo.
Lograr este cambio cultural requiere esfuerzos coordinados desde la Administración y la alta Dirección hasta el nivel operativo. Al reconocer y abordar las causas subyacentes de la imprudencia, tanto los aspectos técnicos como los factores humanos y subjetivos, se establece un terreno sólido para la construcción de una cultura preventiva arraigada en la comprensión, la responsabilidad y el compromiso colectivo con la seguridad en el trabajo. La capacitación constante, la concienciación sobre la importancia de la seguridad y la promoción de una cultura que valore la prevención son pasos esenciales. Contacta para más información sobre nuestras formaciones.
Fuentes: La percepción del riesgo en la prevención de accidentes laborales (Revista especializada Apuntes de Psicología); Primera Encuesta en España de Prevención de Riesgos Laborales (AEPSAL, Asociación de Especialistas en Prevención y Salud Laboral).