Cada vez que alguien pulsa «añadir al carrito», se activa una coreografía en la que decenas de profesionales entran en acción: uno valida el pago, otro localiza el producto, alguien lo embala, lo transporta y, por último, lo entrega. Escena tras escena, cada paso trae sus propios riesgos.
¿Por qué septiembre es territorio comanche en e-commerce?
Porque, al regreso de las vacaciones, el consumo se dispara — vuelta al cole, cambios de armario, primeras compras navideñas— y llegan refuerzos que apenas conocen los centros de trabajo. El riesgo crece justo cuando la velocidad importa más. Los administradores de ETT lo saben: hay que poner a decenas de personas al día en cuestión de horas.
Desde la prevención, el e-commerce es una película de acción que se rueda a diario, y septiembre marca su gran estreno. Preparar la campaña no significa solo aumentar stock o ampliar turnos: implica garantizar que quien se incorpora hoy sepa cómo evitar un sobreesfuerzo, que el carretillero recuerde sus ángulos muertos y que el repartidor pueda decir «aquí no puedo aparcar con seguridad» sin miedo a represalias.
Riesgos del escritorio en e-commerce: del primer «clic» al primer peligro
La historia arranca en las oficinas, aunque rara vez pensemos en ellas como escenario de accidentes. Sin embargo, allí se acumulan jornadas intensas frente a pantallas, cambios de turno y presión por plazos que pueden desembocar en fatiga visual, lumbalgias o estrés crónico.
No basta con una charla genérica sobre “ergonomía”, sino formación completa, adaptada al día a día y útil para saber cómo regular la silla, colocar el monitor, cuándo hacer una pausa y cómo organizar el trabajo para que el estrés no se dispare.
Riesgos en el almacén: cuando el pedido adquiere volumen y peso
En cuanto el pedido existe “de verdad”, ocupa sitio en un almacén. Allí todo gira en torno al tiempo: hay que coger la caja correcta, embalarla y enviarla sin retraso. Mover cajas repetidas veces castiga la espalda; cortar cintas y abrir paquetes puede provocar cortes en las manos; y las carretillas eléctricas comparten pasillos con personas que van caminando.
Aquí hay que enseñar a cómo levantar la caja sin doblar la espalda, cuándo bloquear una cinta antes de desatascarla, o por qué una línea amarilla pintada en el suelo salva vidas.
Robots y automatización logística: cómo cambian los riesgos
Muchos centros usan robots para mover estanterías o clasificar paquetes. Liberan a los trabajadores del esfuerzo físico, pero añaden otros peligros: sensores que fallan, brazos mecánicos que se reactivan sin aviso.
El técnico que los mantiene necesita saber cómo cortar la corriente antes de meter la mano y cómo bloquear el equipo para que nadie lo encienda por error. En prevención no es suficiente con saber qué tengo delante, sino qué puede ir mal cuando deja de comportarse como espero.
Conducción segura en e-commerce: kilómetros de incertidumbre
Cuando el paquete sale del almacén, el riesgo se sube al camión. Conducir de noche o con muchos kilómetros por delante cansa, y la tentación de mirar el móvil para seguir la ruta es alta.
Un conductor que conoce técnicas de descanso (estirar, hidratarse, ventilar la cabina) y tiene prohibido tocar la pantalla en marcha, reduce drásticamente la probabilidad de accidente. Igual de importante es asegurar bien la carga: una caja suelta a 90 km/h puede convertirse en un proyectil.
Última milla: escalones, tráfico y un reloj que corre
Aquí el guion se vuelve bastante impredecible: calles estrechas, portales sin ascensor, entregas con lluvia, dobles filas, y un horario que aprieta. Llevar paquetes pesados por escaleras o caminar deprisa con lluvia multiplica resbalones y sobreesfuerzos.
El repartidor tiene que tener muy claro cómo subir una caja sin forzar la espalda, cuándo usar un carro, y por supuesto, no mirar el móvil o la app de reparto mientras se camina o conduce.
Gestión de devoluciones: el viaje de vuelta también necesita PRL
La película no siempre termina con la entrega. Algunos clientes devuelven el producto y quién abre el paquete ha de saber que puede venir con sorpresa: líquidos derramados, baterías dañadas, materiales peligrosos. Hace falta formación para detectar esos riesgos, saber cómo actuar y protegerse de forma eficaz.
En definitiva, el comercio electrónico —como el cine— deslumbra al público, pero solo funciona cuando cada profesional domina su papel. No es lo mismo pasar el día frente a una pantalla que subir y bajar escaleras con peso; por eso la prevención debe ser un guion a medida, ensayado antes de cada estreno.
Septiembre no admite improvisaciones. Si gestionas personal —sobre todo en una ETT— necesitas formaciones específicas y listas para rodar.
Nuestro catálogo cubre todos los roles de esta “superproducción” logística; y si falta alguna escena, la escribimos contigo.