La reciente DANA en la Comunidad Valenciana ha puesto en evidencia el papel esencial de los voluntarios. Miles de personas se han volcado en ayudar, demostrando que la solidaridad y el trabajo colectivo son pilares clave en la recuperación tras una catástrofe. También hemos visto cómo esta fuerza de apoyo requiere preparación, organización y medidas de seguridad claras para proteger tanto a quienes ayudan como a quienes reciben la ayuda.
En este cuarto artículo de nuestra serie sobre prevención y respuesta ante una emergencias de DANA, nos adentramos en la fase de recuperación desde una perspectiva clave: cómo garantizar la seguridad de las personas voluntarias y coordinar sus esfuerzos para que su impacto sea seguro y efectivo. Aprendemos de lo vivido en la Comunidad Valenciana, de los riesgos a los que se enfrentan quienes intervienen y de las medidas concretas para protegerse y actuar con eficacia.
La recuperación es un trabajo colectivo, y cuando se hace de manera segura y coordinada, la comunidad se levanta más fuerte y más preparada para lo que pueda venir. Nuestro propósito sigue siendo el mismo: ofrecer información útil y práctica para fomentar una cultura preventiva que nos haga más resilientes como comunidad ante futuras emergencias.
Riesgos para los voluntarios y cómo protegerse
Desde el inicio de la emergencia por la DANA en la Comunidad Valenciana, hemos aprendido mucho sobre los riesgos específicos que enfrentan los voluntarios en el terreno. Aquellos que han estado en primera línea han sido testigos directos de los peligros que pueden surgir durante la intervención, y han compartido sus experiencias para ayudarnos a estar mejor preparados. Gracias a este aprendizaje, podemos identificar con mayor claridad los riesgos tras una DANA. Lodo, escombros, agua estancada, estructuras inestables y materiales contaminados forman parte del escenario habitual tras una inundación, lo que conlleva una serie de riesgos que debemos conocer para protegernos y garantizar que la ayuda no se convierta en un problema añadido.
Estructuras dañadas
Desde el primer momento, es imprescindible mantenerse alerta ante edificios, muros o tejados que puedan colapsar sin previo aviso. Las paredes agrietadas y los restos de edificaciones inestables suponen un riesgo silencioso, pero muy real. Antes de acceder a cualquier área, es fundamental esperar la autorización de autoridades locales o equipos técnicos, que evalúan si es seguro entrar. La paciencia y la prudencia, aunque a veces desesperen, salvan vidas.
Lesiones físicas
Los terrenos inundados están llenos de obstáculos: escombros, superficies resbaladizas y barro dificultan el paso y aumentan el riesgo de caídas, torceduras o cortes. Además, mover materiales pesados en estas condiciones puede provocar lesiones musculares si no se toman precauciones.
Exposición a materiales contaminados
El contacto con aguas estancadas y lodo es otro de los peligros más importantes. Estas aguas suelen estar mezcladas con sustancias químicas, residuos y restos orgánicos, lo que convierte a las heridas abiertas o pequeñas lesiones en puertas de entrada perfectas para infecciones.
Entre los riesgos más graves se encuentra la leptospirosis, que se transmite por el contacto con agua o barro contaminado con la orina de animales infectados, especialmente ratas. Esta bacteria puede penetrar en el cuerpo a través de heridas, cortes o mucosas como los ojos y la boca. Los síntomas iniciales suelen incluir fiebre alta, dolor muscular y dolor de cabeza, y en casos graves puede causar ictericia, daño hepático o insuficiencia renal. Ante cualquier señal sospechosa, es esencial acudir a un médico sin demora.
El tétanos es otro riesgo importante, especialmente cuando las heridas entran en contacto con tierra contaminada o metales oxidados. Esta infección afecta al sistema nervioso y, si no se trata, puede ser fatal. Es vital asegurarse de que los voluntarios tengan actualizada la vacuna contra el tétanos antes de participar en intervenciones de este tipo.
Ingesta de agua y alimentos contaminados
Además del contacto directo con el agua, beber agua contaminada o ingerir alimentos expuestos al lodo es otro riesgo significativo. Las enfermedades más comunes derivadas de este tipo de exposición son la hepatitis A y la gastroenteritis.
La hepatitis A se transmite a través del consumo de agua o alimentos contaminados con heces infectadas y puede causar síntomas como fiebre, náuseas, fatiga, y dolor abdominal. En algunos casos, puede provocar daños hepáticos graves.
La gastroenteritis, por su parte, provoca diarrea, vómitos y deshidratación, lo que puede resultar especialmente peligroso en zonas donde el acceso a servicios médicos es limitado.
Cómo protegerse frente a estos riesgos
La clave está en adoptar medidas sencillas pero efectivas:
- Cuidado de las heridas: Lava cualquier corte o arañazo con agua limpia y jabón para eliminar restos contaminados. Desinféctalo con antiséptico y cúbrelo con un vendaje limpio, renovándolo con regularidad. Presta atención a signos de infección: enrojecimiento, dolor o secreciones anormales.
- Vacunas actualizadas: Mantén al día la vacuna contra el tétanos antes de intervenir en zonas de riesgo.
- Equipo de protección: Usa botas impermeables y antideslizantes, guantes de trabajo, mascarillas y ropa de manga larga. Estos elementos actúan como una barrera eficaz contra cortes, bacterias o productos químicos.
- Higiene constante: Lávate las manos con agua limpia y jabón siempre que sea posible, especialmente antes de comer o beber. Si no hay acceso a agua potable, lleva contigo soluciones desinfectantes.
- Agua y alimentos seguros: Consume solo agua embotellada y alimentos que estén bien envasados. Asegúrate de que no hayan estado en contacto con barro o agua sucia.
Esfuerzo físico prolongado y agotamiento emocional
Más allá de los riesgos físicos, las labores de limpieza y rescate implican esfuerzos prolongados. Horas de trabajo, carga de peso y movimiento constante en terrenos complicados exigen mucho del cuerpo. Es importante escuchar las señales de fatiga: descansar cuando sea necesario, hidratarse y reponer energías es imprescindible.
Pero no todo el agotamiento es físico. Estar en contacto directo con el impacto de una emergencia, ver el daño y el sufrimiento de las personas afectadas, puede generar una carga emocional considerable. Es normal sentirse abrumado. Tomarse momentos de descanso, compartir la experiencia con el equipo o simplemente respirar y desconectar durante unos minutos son pasos clave para mantener el equilibrio.
En definitiva, protegerse en el terreno no es solo cuestión de equiparse bien, sino de estar alerta y actuar con prudencia. El trabajo voluntario es invaluable, pero la seguridad de quienes ayudan es igual de importante.
La coordinación de voluntarios. La clave para una ayuda efectiva
Cuando las comunidades se enfrentan a desastres, muchas veces se movilizan miles de personas dispuestas a ayudar. Esto es algo admirable, pero también plantea un reto importante: cómo organizar a todos esos voluntarios para que sus esfuerzos se complementen y no se solapen. En situaciones de emergencia, el tiempo, los recursos y las personas deben gestionarse con precisión para evitar esfuerzos duplicados, minimizar riesgos y lograr un mayor impacto en la recuperación.
La importancia de un centro de operaciones
Toda intervención en una emergencia requiere una base que funcione como centro de operaciones o punto de encuentro. Desde allí, se canalizan y organizan los esfuerzos del voluntariado. Este espacio debe cumplir varias funciones esenciales:
- Registro y acogida: Cada voluntario debe inscribirse, recibir instrucciones y asignaciones concretas, además de los equipos de protección necesarios.
- Asignación de tareas: Una buena coordinación pasa por distribuir las labores de acuerdo con las habilidades, capacidades físicas y experiencia de cada persona. No todos los voluntarios pueden realizar el mismo tipo de trabajo, y es clave aprovechar al máximo sus fortalezas.
- Briefings informativos: Antes de salir al terreno, es fundamental realizar reuniones informativas breves para explicar las tareas, señalar riesgos específicos y aclarar los protocolos de seguridad. Saber a qué enfrentarse y cómo actuar en cada situación evita contratiempos y asegura que las intervenciones sean eficientes.
- Comunicación constante: La base debe actuar como un canal de comunicación continuo entre los equipos en el terreno y los responsables de la operación. Esto permite resolver dudas, redirigir esfuerzos y actuar rápidamente ante cualquier imprevisto.
Roles y equipos de trabajo
Una de las claves para garantizar una intervención organizada es definir roles específicos dentro de los grupos de voluntarios. Cuando cada persona tiene claro qué debe hacer y cuáles son sus responsabilidades, el trabajo se vuelve mucho más fluido y efectivo.
- Coordinador del grupo: Es el responsable de dirigir las tareas, velar por la seguridad del equipo y garantizar que se cumplan los objetivos asignados. Actúa como enlace directo con el centro de operaciones.
- Voluntarios de apoyo logístico: Encargados de suministrar y organizar los materiales, herramientas y equipos necesarios para cada tarea.
- Personal con formación específica: Si hay voluntarios con conocimientos en primeros auxilios, manejo de maquinaria o evaluación de daños, sus habilidades deben aprovecharse para asignarles tareas más especializadas.
Además, es recomendable trabajar en equipos pequeños, donde cada miembro pueda apoyarse en los demás. Los grupos reducidos permiten una comunicación más ágil y facilitan la supervisión, lo que a su vez reduce riesgos.
Comunicación eficiente en el terreno
En situaciones de emergencia, una comunicación fluida y clara es un pilar fundamental para la seguridad y el buen desarrollo de las labores. Sin embargo, en un entorno caótico, donde las redes de telefonía pueden estar afectadas, es necesario contar con alternativas prácticas:
- Canales de radio o walkie-talkies permiten mantener la comunicación entre el centro de operaciones y los equipos en el terreno.
- Aplicaciones móviles que funcionen sin conexión (por ejemplo, mapas descargables o chats grupales que utilicen redes locales) pueden ser una herramienta útil.
- Lenguaje sencillo y directo: Las instrucciones deben ser breves, concretas y fáciles de entender. Evitar malentendidos es esencial para evitar accidentes.
Es fundamental también establecer un protocolo de emergencias: cada equipo debe saber a quién dirigirse y cómo actuar en caso de problemas como lesiones, pérdida de materiales o situaciones de riesgo inesperadas.
Seguimiento y bienestar del voluntariado
La coordinación no termina cuando el equipo sale al terreno. Durante toda la jornada, es esencial realizar un seguimiento continuo del trabajo, asegurándose de que se cumplen las tareas asignadas y de que los voluntarios están bien física y emocionalmente.
- Pausas programadas: Garantizar descansos regulares permite evitar el agotamiento y mantener el rendimiento a lo largo del día.
- Supervisión constante: Los coordinadores deben recorrer las áreas asignadas, supervisando el trabajo, resolviendo problemas y motivando al equipo.
- Espacios de atención y escucha: En el centro de operaciones debe existir un lugar donde los voluntarios puedan compartir dudas o preocupaciones y, si es necesario, recibir apoyo emocional.
Después del trabajo: cierre de cada jornada y agradecimiento
Al final de cada jornada, la coordinación también juega un papel clave para cerrar el día de forma organizada:
- Reunión de cierre: Es un momento para evaluar lo logrado, identificar dificultades y preparar las tareas del día siguiente. También es una oportunidad para recordar a los voluntarios la importancia del descanso y del autocuidado.
- Reconocimiento y agradecimiento: El esfuerzo de los voluntarios debe ser reconocido. Un simple “gracias” o una mención del impacto positivo que su trabajo ha tenido en la comunidad ayuda a mantener la motivación y a fortalecer el espíritu solidario.
La solidaridad espontánea es un reflejo admirable de nuestra capacidad como sociedad para unirnos en momentos difíciles. Aprendiendo de experiencias pasadas y aplicando protocolos preventivos, podemos garantizar una respuesta más eficiente y resiliente. A todos los voluntarios que están contribuyendo con su esfuerzo y valentía: vuestra solidaridad es el pilar que nos permitirá salir adelante, más fuertes y unidos que nunca.