Para que los trabajadores y trabajadoras no solo puedan, sino que también se interesen y quieran participar activamente en la prevención de riesgos laborales, necesitan, por encima de todo, formación. Pero ha de ser una formación que llegue, que motive y que modifique creencias y comportamientos. Una formación que no sea percibida como una molesta obligación, sino como lo que realmente es, un derecho y un medio para proteger nuestra salud física y mental.
Sin olvidar que la formación en prevención de riesgos laborales también protege a la empresa, partiremos de la definición que hace la Organización Mundial de la Salud (la OMS) de empresa saludable. Veremos que uno de los indicadores clave es la formación que el empresario pone a disposición de los trabajadores para su cuidado y protección. El primer paso para que cada miembro de la empresa se comprometa y colabore con la prevención es que no se reduzca a aquella que obliga la ley. Para motivar y modificar las conductas, conviene ir más allá de lo mínimamente exigido por la normativa y ver qué necesitamos para el bienestar de nuestro equipo. Está demostrado que, a mayor satisfacción y bienestar del capital humano, mayor productividad y compromiso.
El concepto de empresa saludable, según la OMS
La OMS (Organización Mundial de la Salud) define en estos términos la Empresa Saludable:
Un lugar de trabajo saludable es aquel en que trabajadores y directivos colaboran en un proceso de mejora continua para proteger y promover la salud, la seguridad y el bienestar de todos los trabajadores, así como la sostenibilidad del lugar de trabajo, basándose en necesidades identificadas que consideran los siguientes aspectos:
- La salud y seguridad en lo que respecta al entorno físico de trabajo.
- La salud, la seguridad y el bienestar en relación con el entorno psicosocial de trabajo, incluyendo la organización del trabajo y la cultura organizativa.
- Recursos personales de salud en el lugar de trabajo (apoyando y estimulando estilos de vida saludable).
- Sistemas de participación en la comunidad para mejorar la salud de los trabajadores, sus familias y miembros de la comunidad.
Uno de los indicadores clave (Key Health Indicators) para medir lo saludable que es una empresa son los recursos que pone a disposición de los trabajadores. La formación en prevención de riesgos laborales que capacita a los trabajadores y trabajadores para protegerse forma parte de esos recursos y contribuye también a la salud, al éxito y a la sostenibilidad de la empresa.
Más allá de cumplir con las regulaciones, la formación se convierte en herramienta clave para lograr la participación activa de los empleados en la mejora de la seguridad y la salud en el trabajo. Y para esto, no bastará con la formación exigida por la ley, sino que habrá que complementar con formaciones complementarias que desarrollen al máximo el potencial de los trabajadores y trabajadoras. De lo contrario, por muchos conocimientos que adquieran sobre prevención, es probable que no puedan transmitirlos, aplicarlos o gestionarlos de manera adecuada.
La formación en prevención de riesgos laborales
La Ley 31/1995 de Prevención de Riesgos Laborales, en sus artículos 18 y 19 establece la obligatoriedad de que todos los trabajadores reciban información y formación suficiente y adecuada, en materia preventiva. No obstante, debemos entender la formación en PRL, no como un trámite legal, sino, principalmente, como una herramienta valiosa que protege y salva vidas.
Además, si la formación se limita a la transmisión de conocimientos, no conseguiremos el objetivo deseado, que debe ser motivar a las personas para su participación activa e influir en su conducta para que adquieran comportamientos seguros.
Junto a la responsabilidad del empresario, que es quien tiene el deber de proporcionar a los trabajadores la formación y los recursos necesarios para su participación activa en la prevención de riesgos laborales, no podemos olvidar otro elemento esencial: un liderazgo capaz de fomentar la apertura y la comunicación en relación con los riesgos laborales.
¿Cómo estructurar una formación que fomente la implicación de los empleados en la prevención de riesgos laborales?
Formación obligatoria y formación complementaria
En el campo de la prevención de riesgos laborales, existen dos tipos de formación que los trabajadores y las empresas deben considerar: la formación obligatoria por ley y la formación complementaria.
La formación obligatoria en prevención de riesgos laborales es aquella que está establecida y exigida por la legislación vigente. Su objetivo principal es garantizar que los trabajadores estén debidamente preparados para enfrentar los riesgos inherentes a sus puestos de trabajo. La formación complementaria, en cambio, no es un requisito legal, pero contribuye a conseguir el nivel de capacitación deseado para que los miembros de la empresa se involucren de manera proactiva, mejorando la cultura de seguridad.
Personalización y relevancia
La formación debe ser personalizada y relevante. Ha de abordar los riesgos específicos y reales a los que se enfrentan diariamente. De este modo, se da un reconocimiento espontáneo y se crea un vínculo directo entre la formación y su realidad laboral, aumentando la probabilidad de una implicación activa.
Combinar la formación teórica con un enfoque práctico
Ir más allá de la teoría y proporcionar ejercicios prácticos basados en escenarios laborales, de manera que los trabajadores puedan aplicar directamente los conocimientos adquiridos, y comprender en profundidad los riesgos y las medidas a aplicar.
Formación accesible y amena
La información sobre seguridad debe presentarse de manera clara y accesible. Utilizar un lenguaje sencillo y evitar jergas técnicas facilita la comprensión y la retención de la información.
Enfoque en la autonomía y la responsabilidad
La formación ha de buscar el logro de una autonomía real en la toma de decisiones relacionadas con la seguridad. Ha de ser una formación que capacite a los trabajadores para evaluar situaciones y tomar medidas preventivas.
Promover la apertura y la comunicación en relación con los riesgos laborales
Fomentar un ambiente participativo en el que los trabajadores y trabajadoras se sientan cómodos/as expresando preocupaciones sobre la seguridad y bienestar es otro elemento necesario para generar cultura de prevención.
No basta con los conocimientos, sino con tener la capacidad de transmitirlos sin miedo a represalias. No olvidemos que también es un derecho de los trabajadores/as comunicar sugerencias que consideren oportunas para mejorar la seguridad. Asimismo, existe el deber de comunicar cualquier situación que detecten que pueda generar peligro para sí mismos o para sus compañeros y compañeras.
Los líderes de la empresa, como apuntábamos antes, son quiénes han de fomentar esta participación: motivando sobre la importancia de la seguridad, estableciendo el tono comunicativo, y proporcionando también la formación necesaria en habilidades comunicativas. Recomendamos las siguientes estrategias para promover la apertura y la comunicación en torno a los riesgos laborales:
Cultura de confianza
Promover una cultura organizacional que valore la honestidad y la transparencia. Deben sentir que sus preocupaciones son tomadas en serio y que no enfrentan represalias por expresarlas.
Proceso claro para informar
Establecer un proceso claro y sencillo para que los empleados informen sobre problemas de seguridad. Esto puede incluir la entrega de procedimientos escritos y formación sobre cómo presentar sus inquietudes (buzón de sugerencias, una línea directa o un sistema de gestión de riesgos al que los empleados puedan acceder de manera confidencial).
Reconocimiento positivo y feedback constructivo
Reconocer y celebrar la participación y las contribuciones positivas de los empleados que identifican y señalan riesgos o proponen mejoras en la seguridad. El reconocimiento público puede incentivar a otros a hacer lo mismo.
Investigación y acción
Investigar las preocupaciones transmitidas y tomar las medidas correctivas cuando sea necesario. Que sientan que su contribución, si es acertada, ha servido para mejorar la seguridad. Además, hay que comunicar claramente los resultados de las investigaciones y las acciones tomadas.
Encuestas de clima laboral
Realizar encuestas periódicas de clima laboral para evaluar la percepción de los empleados sobre la seguridad en el trabajo y la efectividad de los canales de comunicación existentes.
Al implementar estas estrategias, se puede crear un ambiente en el que los empleados se sientan seguros al expresar sus preocupaciones y contribuir activamente a la mejora continua de la seguridad en el lugar de trabajo.
Beneficios de la formación eficaz en prevención de riesgos laborales
Comprensión Profunda de los Riesgos y empoderamiento: La formación permite a los trabajadores comprender de manera profunda los riesgos específicos a los que se somete en el desempeño de su trabajo.
Empoderamiento: Conocer las medidas preventivas y saber cómo aplicarlas asegura que el trabajador pueda tomar decisiones, sin que recaiga toda la carga en el técnico de seguridad.
Implicación en la cultura preventiva y aportaciones de mejora: La formación actúa como el facilitador principal para la participación activa de los empleados. Son ellos, gracias a su contacto diario y su participación directa en la actividad quienes van a poder aportar percepciones basadas en la realidad, y en consecuencia mejores ideas de mejora.
Motivación Genuina y Reconocimiento: El liderazgo preventivo ejercido de manera eficaz asegura la motivación de los trabajadores, que se sienten recompensados y reconocidos a nivel individual y colectivo.
En definitiva, para lograr que los lugares de trabajo sean espacios seguros y saludables, necesitamos trabajar en un cambio cultural profundo. Una transformación capaz de impactar en nuestras creencias y en nuestros comportamientos. Dejar de ver la formación en seguridad y salud laboral como una obligación, y verla como un derecho y una oportunidad para aprender a protegernos. Comprender que el objetivo de la formación en prevención de riesgos laborales es lograr el bienestar del capital humano, pues es de él de quien, en última instancia, dependerá también el bienestar de cualquier empresa.
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