La promoción de una cultura de coaching basada en el fortalecimiento de habilidades blandas capacita a los empleados para prosperar en sus roles y brinda las herramientas que necesitan para la gestión de su propio bienestar. Al promover una cultura que valora y promociona la formación en estas competencias, fortalecemos el empoderamiento, la comunicación y retroalimentación, el pensamiento crítico, la proactividad y la motivación. Algo que, sin duda, resultará en un entorno profesional colaborativo y enriquecedor para todos.
Veremos en este artículo cómo una cultura de coaching que apuesta por la formación en soft skills incide en el bienestar y la salud mental de las personas en el entorno laboral.
Cultura de coaching para fomentar la autonomía y el autocuidado
El objetivo principal de una cultura de coaching es capacitar a los colaboradores para que puedan cuidar su bienestar físico y emocional de manera independiente. Esto significa proporcionarles las herramientas y el apoyo necesario para que puedan identificar y gestionar sus propias necesidades y desafíos.
El fortalecimiento de habilidades blandas como la inteligencia emocional, la comunicación efectiva y la resolución de problemas, les permite a los empleados desarrollar la capacidad de autorreflexión y autoconciencia. Esto les permite reconocer signos de estrés, ansiedad o desgaste emocional, y tomar medidas proactivas para abordar estos desafíos antes de que se conviertan en problemas más graves.
Importancia de las habilidades blandas o soft skills en el entorno laboral
Para establecer una cultura de coaching sólida y arraigada en la organización se requiere que todas las personas dentro de la organización se entrenen en habilidades blandas o soft skills. El Foro Económico Mundial destaca la importancia de estas habilidades y enumera las diez más demandadas:
- Pensamiento analítico e innovación
- Aprendizaje activo y estrategias de aprendizaje
- Resolución de problemas complejos
- Pensamiento y análisis crítico
- Creatividad, originalidad e iniciativa
- Liderazgo e influencia social
- Uso, control y seguimiento de la tecnología
- Diseño y programación de tecnología
- Resiliencia, tolerancia al estrés y flexibilidad
- Generación de ideas y resolución de problemas.
Estas competencias, intrínsecamente humanas, marcan las formas de relacionarnos con nuestro entorno, por lo que, de un modo u otro, su dominio nos capacita para el cuidado de nuestra salud física y mental. Además de mejorar el desempeño individual, fortalecen el trabajo en equipo, de manera que contribuyen a la creación de entornos laborales saludables y más seguros. La formación ha de ser continua, en consonancia con los cambios y evolución imparables, y ha de complementarse con la formación específica para cada puesto de trabajo.
Poniendo a las personas en el centro
La implementación exitosa de una cultura de coaching requiere un compromiso firme por parte de la organización y un enfoque que sitúe a las personas en el centro de su estrategia empresarial. Este compromiso conlleva una serie de principios, entre los cuales, destacamos los siguientes:
Valorar la calidad de las interacciones humanas
La cultura de coaching reconoce que la creación de relaciones de confianza, apoyo y respeto mutuo (entre líderes, colegas y equipos) son necesarias para el crecimiento y el éxito individual y organizacional. La formación en habilidades de comunicación efectiva fortalece las relaciones interpersonales.
Promover la colaboración y apoyo mutuos
Una cultura de coaching también se basa en la colaboración y el apoyo mutuo entre los miembros del equipo. Esto implica crear un ambiente donde los empleados se sientan seguros para compartir sus preocupaciones y buscar ayuda cuando la necesiten. El desarrollo de habilidades blandas como la empatía, la escucha activa y la capacidad de dar y recibir retroalimentación constructiva, fortalece los lazos dentro del equipo y fomenta una cultura de apoyo y comprensión mutua. Los empleados se convierten en recursos unos para otros, ofreciendo orientación y aliento cuando sea necesario.
Promocionar el cuidado de la salud mental y el bienestar
Integrar una cultura de coaching implica priorizar el bienestar emocional y mental de los empleados. Por ejemplo, mediante una formación sólida que facilite las herramientas necesarias para la gestión de las emociones y la búsqueda del equilibrio entre vida laboral y personal.
Impulsar el crecimiento profesional
Una cultura de coaching comprometida con el crecimiento profesional de los miembros de la empresa brinda las oportunidades que lo hacen posible. Estas incluyen (junto a la formación en habilidades blandas) formación en competencias técnicas que permitan asumir los nuevos retos y necesidades que puedan surgir de la evolución del puesto de trabajo y políticas de promoción interna.
Cómo dar el paso hacia una cultura de coaching
La transformación hacia una cultura organizacional comprometida con el desarrollo profesional de su capital humano requiere poner el foco en el fortalecimiento de las habilidades blandas. Solo así potenciaremos una cultura de coaching real en la que cada miembro de la empresa esté capacitado para cuidar su salud física y emocional. Al proporcionar a los empleados la formación y las herramientas necesarias para desarrollar estas habilidades, se crea un entorno donde el autoliderazgo, el autocuidado y el crecimiento personal son valores fundamentales. El desafío consiste en atreverse a dar el paso hacia una cultura organizacional que ponga en valor a las personas y reconozca su potencial.
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