Hoy por hoy, el sobresfuerzo (o sobreesfuerzo) físico es la primera causa de baja por accidente laboral en España. Así lo señala el último informe del Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST): el 29 % de los accidentes con baja se deben a realizar un esfuerzo físico excesivo durante la jornada laboral.
Esta cifra —más de 156.000 casos en 2024— pone sobre la mesa una realidad que, aunque masiva, sigue siendo poco visible. En parte, porque se ha normalizado. Se asume que ciertos trabajos “cansan” o “duelen”, como si fuera parte inherente de la tarea. Pero esa fatiga no es inevitable, y ese dolor, mucho menos.
Lo que se suele pasar por alto es que detrás de esas pequeñas acciones hay una causa común —y muy presente en los entornos laborales— que, a pesar de la formación disponible en muchos casos, no siempre se aborda con la profundidad o eficacia necesarias: el sobreesfuerzo físico.
Qué es el sobresfuerzo físico y por qué ocurre en el trabajo
Un sobresfuerzo no tiene por qué implicar un accidente espectacular. De hecho, muchas veces es una acción cotidiana: levantar un objeto sin flexionar las piernas, empujar un carro con demasiado peso, sostener una postura incómoda más tiempo del que el cuerpo tolera.
Es decir, situaciones en las que el cuerpo hace un esfuerzo mayor del que puede soportar, ya sea por falta de técnica, por ausencia de ayuda o por condiciones de trabajo poco ergonómicas.
Ejemplos comunes de sobresfuerzo físico en distintos sectores laborales
No es un problema exclusivo de sectores como la construcción o la industria pesada. Profesiones como la logística, la sanidad, y muchas de ellas altamente feminizadas, como la limpieza o la atención domiciliaria presentan altos índices de lesiones relacionadas con este tipo de esfuerzos.
No es un factor exclusivamente relacionado con la manipulación de cargas. También está presente en entornos de trabajo sedentario o con uso intensivo de pantallas, como oficinas o servicios de atención telefónica
En cada uno de estos entornos tan diferentes es fundamental que la formación esté conectada con la realidad específica de cada puesto.
Relación entre el sobresfuerzo físico y las lesiones musculoesqueléticas (TME)
Aunque no son lo mismo, existe una relación directa entre los sobresfuerzos físicos y los llamados trastornos musculoesqueléticos (TME), que incluyen lesiones como lumbalgias, tendinitis, epicondilitis, cervicalgias o problemas en hombros, muñecas o rodillas.
Un sobresfuerzo físico puede desencadenar una lesión inmediata, pero también puede ser el inicio de una dolencia crónica que se agrava con el tiempo si no se corrige la causa.
Según datos del INSST, los TME representan el 78 % de las enfermedades profesionales reconocidas en España. Son lesiones que afectan al aparato locomotor, y que pueden derivarse tanto de un esfuerzo puntual como de la acumulación de microgestos cotidianos: movimientos repetitivos, trabajo sedentario, uso continuado de herramientas manuales o posturas mantenidas sin variación.
Factores psicosociales que agravan el riesgo
Además, no podemos obviar el impacto de los factores psicosociales. El estrés crónico, la presión por cumplir tiempos o una cultura organizacional que invisibiliza el dolor también aumentan el riesgo de sufrir este tipo de lesiones.
Situaciones como el acoso laboral o mobbing también tienen consecuencias físicas. Hoy sabemos que la tensión emocional puede agravar el daño físico, y que un entorno de trabajo hostil o desorganizado también influye en la salud musculoesquelética.
Te recomendamos la lectura de Estrés laboral y trastornos musculoesqueléticos (TME): una mirada profunda a su relación, donde exploramos cómo las tensiones psicológicas pueden agravar los daños físicos y aumentar el riesgo de baja laboral.
Prevención de riesgos laborales frente al sobresfuerzo físico
A pesar de la magnitud del problema, la prevención frente al sobresfuerzo físico sigue siendo insuficiente.
A menudo se señala la falta de formación como causa principal, pero no siempre es cuestión de ausencia. En muchos casos, la formación existe, pero no es efectiva. Si la formación no conecta con la realidad del trabajo, no genera impacto. Y si no hay una cultura organizacional que la refuerce, se queda en una obligación formal más.
También hay trabajadores que, aunque reciben formación, no perciben el riesgo. Porque llevan haciéndolo así “toda la vida”, porque nunca han tenido una lesión grave, o porque el ritmo de trabajo no permite aplicar lo que se enseña. La realidad es que saber no siempre es suficiente si el contexto lo impide.
Y ahí entra otro factor clave: las condiciones de trabajo. En entornos en los que la organización del trabajo obliga a ir rápido, a asumir más carga de la razonable, a priorizar la producción por encima de la seguridad aumenta el riesgo. Turnos largos, plantillas reducidas, presión constante, falta de pausas y tensión emocional acumulada son factores que empujan hacia el sobreesfuerzo, incluso cuando se sabe que no es lo correcto.
La acción preventiva ha de estar repartida entre el conocimiento, la conciencia y la posibilidad real de actuar de otra forma.
¿Te interesa saber más?
Puedes consultar también nuestro artículo: Qué está cambiando en prevención y cómo adaptarte. Una guía clara para entender el nuevo escenario PRL.
Cómo mejorar la calidad de vida laboral y reducir las bajas por sobresfuerzo
Evitar un sobresfuerzo requiere voluntad por parte de las empresas, acceso a formación específica y una cultura de prevención que vaya más allá de los carteles informativos.
Se trata de repensar cómo se organiza el trabajo, cómo se distribuyen las tareas, cómo se forma a los equipos, y cómo se identifica el riesgo antes de que se convierta en lesión.
El conocimiento técnico es necesario, pero también lo es el diálogo entre personas trabajadoras, mandos intermedios y responsables de prevención o recursos humanos. Hay que integrar la ergonomía y la salud física en el día a día de la organización.
El cuerpo no es una máquina, y tampoco es reemplazable. La salud musculoesquelética debería ser una prioridad desde el primer día. Porque el sobresfuerzo físico puede parecer puntual, pero sus consecuencias rara vez lo son.
Formarse, prevenir y actuar a tiempo marca la diferencia entre una carrera laboral sostenible y una trayectoria marcada por el dolor. Hoy, con los datos que tenemos y el conocimiento disponible, no hay excusas para mirar hacia otro lado.




